La majestuosa Basílica de Santa María la Mayor, situada en la cima del Esquilino, es uno de los templos más emblemáticos de Roma y un lugar donde el arte y la fe se encuentran en perfecta armonía. Durante más de dieciséis siglos ha sido un importante santuario mariano y un verdadero museo de civilización artística, conservando obras que narran la historia espiritual y cultural de la ciudad eterna.
Según la tradición, fue la Virgen quien inspiró la construcción de esta basílica en el monte Esquilino, convirtiéndola en un símbolo de devoción mariana y en un espacio único de peregrinación. Entre sus tesoros destacan la tumba de la familia Bernini, el Baptisterio, la Puerta Santa y valiosas reliquias que evocan siglos de historia cristiana.
La visita guiada permite descubrir la estrecha relación de los pontífices con este lugar sagrado. La imagen de la Virgen Salus Populi Romani, venerada aquí, convierte la basílica no solo en un monumento artístico, sino también en un punto vivo de la espiritualidad católica.
El recorrido se completa con el acceso al área arqueológica subterránea, donde se revela un fascinante complejo del período imperial. Allí se pueden observar mosaicos en antiguos baños termales, restos de sistemas de calefacción, frescos con motivos geométricos y un sorprendente calendario agrícola pintado en los muros, una joya única de su tipo que transporta al visitante a los orígenes de la Roma cristiana.