La historia de Saint-Tropez está estrechamente vinculada al mar y a su tradición pesquera. A finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad comenzó a atraer a artistas y escritores, marcando el inicio de un período cultural que preludió la posterior fama turística. La llegada de figuras como Maupassant y Paul Signac consolidó a Saint-Tropez como un destino artístico y bohemio.
En la década de 1960, Brigitte Bardot compró una propiedad en lo que entonces era una aldea de pescadores, iniciando un vínculo especial con el pueblo que sentaría las bases del mito de Saint-Tropez. Hoy, el destino combina glamour y autenticidad, atrayendo tanto a personas famosas como a amantes del arte, la historia, el mar y el patrimonio.
Pasear por las callejuelas del casco antiguo permite descubrir el encanto genuino de la ciudad. Después de aproximadamente una hora en coche por la carretera, se llega a Saint-Raphaël, desde donde se puede disfrutar de un paseo en barco por el golfo de Saint-Tropez o Port Grimaud, disponible entre el 9 de abril y el 31 de octubre.
Al evitar los embotellamientos del verano, garantizamos tiempo libre para explorar el pueblo, con numerosas opciones de restaurantes para el almuerzo (no incluido). Entre los imprescindibles se encuentran el puerto, el casco antiguo, el mercado local los martes y sábados, una porción de la famosa tarte tropézienne y, por qué no, la visita a algún museo.
Tras regresar en el barco lanzadera, el recorrido finaliza conduciendo de vuelta a Niza.